Everton- Liverpool, así fue el último derbi en el Goodison Park

Fin de la historia centenaria de dos clubs vecinos

El Everton se despedirá de su histórico campo a finales de esta temporada 

Entrada de un pub delante del Goodison Park

Entrada de un pub delante del Goodison Park

ANDY ROBINSON

Uno de los recuerdos más nítidos que tengo de los derbis Everton-Liverpool fue volver después del partido en el ferry y –mientras contemplaba los remolinos grises del río Mersey– ver que se me acercaron tres hinchas del Everton. “¿Sabes nadar?”, me preguntaron, fijándose en la bufanda rojiblanca que llevaba atada a la muñeca. Luego, se rieron y volvieron al bar en la cubierta de abajo.

Parecía el perfecto ejemplo de aquella relación única entre el Everton y el Liverpool. Una rivalidad de humor negro con tono vacilón, de amistad familiar entre dos clubs que, antes de 1892, eran el mismo. La idea romántica de la hermandad scouser perduraba durante un paseo sentimental de solo un kilómetro entre el estadio de Anfield y el de Goodison Park, el pasado miércoles antes del último derbi en el histórico campo del Everton, que acabó en un emocionante empate a dos. Al final de esta temporada, el Everton se mudará a un nuevo estadio multiuso de diseño futurista en la orilla del río Mersey, y Goodison será demolido después de 130 años. De modo que la emoción estaba a flor de piel. “El derbi de Merseyside es único, hay rojos y azules en la misma familia”, dijo en una entrevista en Radio Merseyside un evertonian cuyo hermano, –aficionado del Liverpool–, había muerto en la tragedia de Hillsborough en 1989.

El Goodison Park será demolido después de más de 130 años

La idea humaniza el marketing de una ciudad en plena explosión inmobiliaria y más desigual que nunca, así como el de los dos clubs, ambos ya propiedad de multimillonarios estadounidenses: John Henry (Liverpool) y Dan Friedkin (Everton). Pero debajo del escudo de Goodison, azul y blanco iluminado en la noche, el ambiente era todo menos de amigos. Una barrera de policías se esforzaba por contener a un centenar de hinchas del Everton que gritaban “Red and white shite!” (“¡Mierda roja y blanca!”) a los hinchas del Liverpool que salían de Stanley Park . “Blue and white shite!” respondieron los del Liverpool. “Todo empezó aquí el 3 de junio de 1892”, anuncia un mural patrocinado en el pub Sandon Arms, al lado del Anfield. Es la fecha de la escisión histórica, cuando el Everton, fundado 14 años antes, se mudó a Goodison Park, el primer estadio del mundo construido con el único fin de jugar a fútbol. El nuevo club, el Liverpool, se quedó en Anfield.

El nuevo estadio, con aforo para 53.000 personas, se sitúa en el viejo puerto

Mas de un siglo después, el Everton se marcha otra vez y el Liverpool se queda. La despedida es dura. Goodison es una narrativa de largo sufrimiento y algún momento efímero de euforia, poblada por los héroes del pasado: Dixie Dean, Alan Ball, Joe Royle, Colin Harvey, Howard Kendall, Peter Reid . Sus fotos rodean el estadio, en una cronología épica. 

Mantener el mito sin el estadio viejo no será fácil. El nuevo estadio, con aforo para 53.000 frente a los 39.000 en Goodison, se ha levantado en acero y ladrillo en medio de la zona portuaria donde los estibadores escenificaron el último acto de resistencia en una huelga homenajeada entonces en las camisetas de Robbie Fowler y Steve McManaman. Es la apuesta del Everton por salir de la sombra de su rival. Pero será difícil compaginar la credibilidad callejera en un estadio diseñado por el arquitecto del Staples Center de Los Ángeles, con decenas de palcos VIP. Por el momento, se llama Everton Stadium, pero pronto llegará el branding multinacional al club del pueblo. En el Winslow Hotel, frente al Goodison, el ambiente rozaba la histeria el miércoles. Al igual que otros comercios en la zona, el People’s Pub difícilmente aguantará el golpe. “Es una historia que mantendremos”, anuncia una valla publicitaria delante del campo condenado.

La paradoja es que al otro lado de Stanley Park, el Liverpool, el club global, ha entendido el valor de un auténtico estadio vintage. Henry hizo lo mismo con el también centenario Fenway Park de los Boston Red Sox. “Más que un símbolo, es todo lo que somos”, reza un mural esponsorizado en un muro al lado de The Kop.

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