
Escribe Eve Ensler, fundadora del movimiento V-Day contra la violencia a las mujeres,ᅵDe pronto, mi cuerpo (Capitᅵn Swing, traducciᅵn de Ethel Odriozola), una crᅵnica de su enfermedad de cᅵncer en el momento en que dirigᅵa la construcciᅵn de un centro de urgencia para mujeres maltratadas en el Congo, en 2010. El macrocosmos y el microcosmos reunidos en un momento de la vida, la percepciᅵn dolorosa y sangrante de la violaciᅵn y la tortura de las mujeres en ᅵfrica y la percepciᅵn de que el propio cuerpo ha sido violado y se estᅵ convirtiendo en el campo de batalla de una guerra desconocida.
Pero la mayor violencia es la que desata la mente en busca de explicaciones, de ajustes entre la biografᅵa y la enfermedad, de justificaciones que iluminen el hecho de estar de pronto ahᅵ, en un cuerpo que exige para sᅵ toda la realidad, porque estᅵ siendo diezmado y nos necesita como nunca. Encogidos en nuestro propio cuerpo y encogidos en una mente que repite sus preguntas a pesar de que ya conoce el resultado. Un cuerpo que no se resigna a la caᅵda, tal vez se libera. Una mente que no se resigna a no comprender del todo aquello que no puede comprenderse se precipita a una ambivalencia destructiva.
Los primeros momentos de Ensler ante el cï¿œncer adjudican al historial psicolï¿œgico la tarea de revelar las causas:
"Esto es lo que hay. Tu vida tiene que cambiar. No puede seguir rigiï¿œndose por el impulso de demostrar algo. No puede ser una reacciï¿œn, un `Que te jodan´, un `Yo te enseï¿œarï¿œ´. Asï¿œ es como te pones enfermo. Eso es tu enfermedad: sobreexplotar el cuerpo, el sistema nervioso, luchar o huir, siempre haciendo que el enemigo imaginario se retire, siempre forzï¿œndote y exigiï¿œndote, forzando y luchando y exigiendo."
Pues no, eso no es la enfermedad del cï¿œncer. Las explicaciones mecanicistas han venido a ser sustituï¿œdas por las afectivas, si bien la proliferaciï¿œn de unas y de otras se debe al intento de contrarrestar la evidencia de que la esperanza de vida ha crecido drï¿œsticamente en menos de un siglo, y con ella la enfermedad. Longevidad es lo mismo que enfermedad. Y, por otro lado, hay que morir alguna vez.
Fuera de la evidencia, apenas se sabe del cᅵncer lo que concierne a un comportamiento genᅵrico y a la terapia de tierra quemada que le sigue, habida cuenta de que tiene tantos desarrollos como individuos y de que su etiologᅵa es compleja: o sea, no es por esto ni por aquello ni por lo de mᅵs allᅵ, ni siquiera por todo eso junto, sino que se debe a una conjunciᅵn de factores cuya ecuaciᅵn es muy personal y de carᅵcter semidesconocido (lo que se sospecha es tambiᅵn genᅵrico, cuando no estadᅵstico).
Y, por supuesto, por debajo siempre late la culpa: si la vida desemboca en la enfermedad es porque la vida ha estado mal. Pero lo cierto es que la vida tiene una irremediable tendencia a estar mal, e incluso cuando no lo estᅵ, lo parece. Si el cᅵncer hace distingos en este aspecto, debe hacerlos muy sutiles y en todo caso su vara de medir aᅵn no estᅵ expuesta al pᅵblico.
Avanzado el relato, Ensler adquiere una nueva conciencia:
"Nos inventamos historias para protegernos. No soy una persona cancerᅵgena No soy de los que se mueren en un accidente de coche. Tuve una niᅵez dura, asᅵ que el resto de mi vida serᅵ fᅵcil. Ya he pagado mi parte. Estos pequeᅵos mitos y cuentos de hadas nos alejan del lᅵmite existencial. Ahora habᅵa cruzado la raya y habᅵa descubierto que no hay reglas ni historias fiables. Hay sufrimiento. Es vulgar. Ocurre cada dᅵa."