Galicia está trabajando en una ley que permita "limitar el consumo" de bebidas energéticas entre menores de edad y, aunque no está claro cómo lo hará (o si tiene competencias para ello), sí es cierto que la mera intención de encarar el tema pone encima de la mesa algo que sabemos desde hace años: que tenemos un problema muy serio con las bebidas energéticas.
¿Un problema muy serio? Y es que el 45% de los estudiantes españoles entre 14 y 18 años toman bebidas energéticas de forma habitual. Son los datos de la última Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España del Ministerio de Sanidad. Si ampliamos el foco y nos vamos a Europa, hace 10 años la EFSA decía que el 68% de los adolescentes europeos consume habitualmente esas bebidas.
La imagen de chavales con latas enormes de 500 ml y colores chillones se ha vuelto en algo icónico y, solo entre 2006 y 2014, el consumo de estos productos aumentó un 155% en países como el Reino Unido.
Pero, espera un momento... ¿qué es una bebida energética? Esa es una gran pregunta porque estos productos son un ejemplo de libro de concepto que tenemos claro mientras nadie nos pregunte por una definición operativa. Es decir, ¿por qué un refresco de taurina, sí y uno de cola, no (si ambos tienen la misma cantidad de azúcar)? ¿Por qué una bebida energética, sí; pero un café, no (si este último tiene más cafeína que la primera)?
En nuestra defensa diré que no es fácil definir con precisión esta categoría de productos, pero sí está claro que hay una serie de características que las diferencian del resto: desde la cantidad de D-glucuronolactona (es decir, una especie de azúcar "de absorción rápida") a la presencia de "taurina, vitaminas y extractos de hierbas tales como guaraná y ginseng".
Pero el dato clave suele ser el alto contenido de cafeína.
Cafeína, mucha cafeína. "Una lata de unos 475 ml de una BE típica contiene de 70 a 140 mg de cafeína. Para hacernos una idea, un volumen similar de soda contiene aproximadamente 25 mg, té negro unos 55 mg y café de 85 a 100 mg", recuerdan en la Sociedad Española de Cardiología.
Esto es parte de la polémica, no cabe duda. El mismo reglamento europeo sacaba de la etiqueta de bebidas con alto contenido en cafeína las bebidas derivadas de café o té. ¿Por qué? Aunque hay explicaciones para todos los gustos y es innegable que (como ocurre con la regulación de bebidas alcohólicas) las costumbres, la industria y la economía tienen mucho peso en estas decisiones, el hecho de que se estén generalizando las latas de 500 ml (es decir, 160 mg de cafeína y 75 gramos de azúcar: tres cafés y 15 azucarillos) no ayuda a promover un consumo responsable.
Y ahí está la clave... Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), "el consumo de más de 60 miligramos de cafeína en adolescentes de 11 a 17 años (unos 200 mililitros de bebida energética con 32 mg de cafeína/100ml) puede provocar alteraciones del sueño". Esto ya nos da una dimensión de los problemas que se pueden ocasionar, pero la cosa no acaba ahí.
"A partir de 160 miligramos de cafeína (500 mililitros de una bebida energética con 32 mg de cafeína/100ml), [el consumo de estas bebidas] puede provocar efectos adversos generales para la salud: efectos psicológicos y alteraciones comportamentales y trastornos cardiovasculares”.
En general, la falta de sueño está relacionada con problemas inmunológicos, metabólicos, cardiovasculares, emocionales y cognitivos; con trastornos como la diabetes o de la obesidad. Nos lleva a estar más cansados e irritables, eleva nuestros niveles de estrés y nos hace asumir más riesgos y equivocarnos más. Esto no quiere decir que vayamos a desarrollar una de estas enfermedades por consumir bebidas energéticas, pero está claro que nos pone en una situación complicada.
Un consenso cada vez más sólido entre los especialistas. "El consumo de bebidas energéticas, incluso poco frecuente, se asoció con varios indicadores negativos para la salud. La notificación de varios comportamientos que comprometen la salud aumentó con la frecuencia del consumo de bebidas energéticas". Son las conclusiones de Maija Puupponen y su equipo de la Universidad de Jyväskylä.
El trabajo de Puupponen se centra en la adolescencia, pero los efectos van mucho más allá. Como explicaba Julio Basulto, de entrada, estas bebidas se correlacionan "con un aumento significativo en las probabilidades de insomnio, nerviosismo, ansiedad, depresión, impulsividad y bajo rendimiento académico, entre otros".
Además, su consumo frecuente puede generar "hipertensión, pérdida de densidad ósea, osteoporosis, bajo bienestar psicológico, físico, educativo y general, entre otras consecuencias". En esencia, el gran problema de las bebidas energéticas es que es una práctica cultural "de prestigio" entre los jóvenes que está vinculada a una enorme cantidad de conductas de riesgo. Por eso tiene sentido cortar por lo sano.
No obstante, el problema es mucho más profundo. Y es que, aunque los expertos se centran en las bebidas energéticas por ser (como vemos) un foco muy claro de problemas, este es solo un pequeño paso en un camino mucho más largo.
Hace ya más de una década (cuando se descubrió que la industria azucarera había pagado durante décadas a científicos y financió cientos de estudios para culpar a las grasas de las enfermedades cardíacas y exculpar al azúcar), que la idea de que "los azúcares son el nuevo tabaco" está encima de la mesa. Fue la época de los impuestos a las bebidas azucaradas, que poco a poco se han ido bajando del tren de la actualidad.
Parece buen momento para que el debate reaparezca. Vamos una década tarde
Imagen | Jorge Franganillo
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grebleips
La juventud de ahora da auténtica vergüenza, nada que ver con la nuestra en los 90, que nos divertíamos sanamente en los recreativos entre el humo de los cigarros y las birras.
Y no comíamos la basura azucarada que venden ahora, merendábamos atendiendo a nuestra nutrición, con Tigretones, Panteras Rosas, Bonys, Phoskitos...
palalol
Si miraran por la salud de la gente eliminarían enteramente la sección de "desayuno" de los centros comerciales ya que el 99% de los productos que se venden ahí son basura.
Y sí, me refiero a galletas, cereales, bollos, etc. Es la única comida que tiene un apartado concreto en el supermercado, pregúntate por qué.
pablov
lo que hay que hacer es virar hacia la honestidad, la gente come azúcar, grasa y se droga porque da gustito
de lo que se trata es de entender qué estás haciendo y luego tratar de que sea algo que tenga sentido
gatografias
Como única especie "inteligente" de nuestro planeta estamos avanzando hasta la infrahumanidad tóxica, y lo más triste es que son los pobres los que se mueren de gordos o de hambre.
pipas75
Ahora entiendo porque los milenials se deprimen cuando les hacen ghosting...
jonanananoj
Las peores bebidas "energéticas" son las que te dicen que no tienen azúcar, pero van hasta arriba de edulcorantes que son igual o peores que el azúcar.
xeienar
Los datos que dais por aquí son un poco erróneos.
Las bebidas energéticas estoy seguro que en algún momento de la historia se estudiarán como el mayor "asusta viejas" de la historia, la mayor campaña de marketing de la historia, ni tienen tanta cafeína como anuncian, ni la taurina tiene esos efectos místicos, ni tienen tantísimo azúcar.
Yo mismo hice la comparación hace tiempo y recuerdo perfectamente:
Un vaso de zumo de naranja tiene más azúcar que un redbull.
Una taza de café espresso tiene en 100ML casi la misma cafeína que dos latas de Monster.
Una lata de Monster tiene la misma cafeína que dos latas de 330ml de CocaCola.
Se sospecha que la taurina no tiene ningún efecto en el organismo.
Es increíble como se ayuda a incrementar el mito de que son mortales, con el clásico ejemplo que sale en los medios de que si te bebes 6 latas te puedes morir. Pues adivina lo que pasa cuando te tomas 6 tazas de café solo en una sentada: exactamente lo mismo, una taquicardia o un amago de infarto por tremendo incremento en la presión sanguínea. Nadie lo hace porque los efectos del café son más que conocidos. Y sin embargo, por mucho que en las latas lo ponga, nadie lo lee...
Luego tenemos la popularidad entre jóvenes. Los jóvenes compran estas bebidas por dos motivos:
- Son baratas. Con 1€ tienes una lata que te dura casi toda la tarde. Una lata de cocacola de 330ml vale casi lo mismo, o incluso más en tiendas que venden bebidas refrigeradas. Supongo que los medios no se asustan tanto cuando ven la steinburg a 29 céntimos y la lata de cocacola en 90 céntimos. La culpa es de las bebidas energéticas. Está todo perfecto.
- Los sabores exóticos. En españa hay un problema con los sabores de las bebidas no alcohólicas: no han cambiado desde los 90. Las bebidas energéticas tienen sabores muy intensos y variados.
Lo que REALMENTE no es sostenible es ver a chavales de 7-9 años en un parque cada uno con su latita. El uso de esas cantidades de cafeína en personas no desarrolladas puede intervenir en el desarrollo del sistema simpático. Y de eso tienen la culpa los padres, que no hacen ni puto caso.